Hay pocas prendas que puedan contar tantas historias como el mantón de Manila. Aunque hoy lo asociamos con las ferias, las bailaoras de flamenco y las celebraciones más tradicionales de Andalucía, este mantón guarda en sus bordados una historia de viajes, comercio y mestizaje cultural.
De Filipinas a Andalucía
El mantón de Manila tiene su origen en Filipinas, una colonia española durante más de tres siglos. Bordados a mano con motivos florales, animales exóticos y paisajes, estos mantones fueron enviados a España a través de las rutas comerciales del Galeón de Manila, que conectaban Asia, América y Europa.
Al llegar a Andalucía, esta prenda se adaptó a la estética local. Los colores se volvieron más vivos, los bordados más grandes y los flecos más largos, reflejando la exuberancia de la cultura andaluza.
El nombre que lo define
¿Por qué se llama «de Manila»? Aunque se producían en Filipinas, su distribución y comercio se centraban en la ciudad de Manila, un importante puerto comercial en el siglo XVI. Desde allí, estos mantones se exportaban a México y, posteriormente, llegaban a España a través de Sevilla, el puerto más importante de la época.
El mantón como símbolo cultural
En Andalucía, el mantón se convirtió rápidamente en una prenda esencial. No solo era práctico para cubrirse, sino que también añadía elegancia y un toque de lujo a cualquier atuendo. Hoy en día, se usa principalmente en eventos como ferias y espectáculos de flamenco, pero también ha inspirado a diseñadores de moda internacionales.
Dato curioso: Algunos mantones antiguos pueden tardar más de 6 meses en bordarse debido a la complejidad de sus diseños.
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